La cabeza me da vueltas. Cuanta razón tienen los chinos, ¡cuanto saben! Se nota que la suya es una cultura milenaria que da
tropecientas vueltas a la incoherencia capitalista de Occidente. ¿O no? Porque claro están ejerciendo por la fuerza una forma de represión "intelectual" (¿?) y eso es malo ¿o no?. Estoy confuso. La
finísima línea que separa el bien y el mal, la ética de la inmoralidad se difumina a una velocidad vertiginosa delante de mis ojos. Me mareo. Martillazos en la cabeza. Martillazos en la cabeza!
Imaginémosnos por un momento dentro de la parábola del maestro
George Orwell, "1984". El Gran
Hermano, ese gobierno que todo lo sabe, que todo lo puede, que todo lo vigila y controla, que crea canciones chabacanas para que el pueblo llano se entretenga cantándolas sin darles tiempo a pensar en cosas más trascendentales (
Desde el año 2004, se han popularizado en China este tipo de concursos en busca de talentos, de los que el más famoso es Super Girls. El pasado abril, la autoridad televisiva le obligó a limitarse a las canciones "sanas e inspiradoras éticamente", a eliminar los "cotilleos" sobre los contendientes y las escenas de aficionados gritando y llorando"), ese Gobierno que se
hiergue como
superpotencia por estar permanentemente en lucha, y que cambia la historia a su antojo dependiendo de los intereses económicos coyunturales, cae en la cuenta de que hay una nueva forma de alienación nacional, un instrumento perfecto que permite que los ciudadanos de su país permanezcan durante horas frente al televisor, con la boca abierta y la mente en un
semiletargo mongoloide, pendiente de los superfluos
devenires de otros conciudadanos que cantan y bailan en lugar de estar cometiendo "
Crimentales", ya sabéis, pensando en lo que no toca, valorando si su situación política, económica y social es la idónea, preguntándose porque su gobierno les invita a pensar lo menos posible, dudando de la palabra oficial de ese gobierno que les enseña un modelo de conducta supuestamente correcta y que les fomenta el miedo a lo extraño, el miedo a tu propio vecino, el miedo al miedo.
Imaginémosnos, digo a esos millones de ciudadanos enganchados a sus
Chenoas de ojos rasgados, y a sus
Bustamantes llorones de pelo negro y permanente;
imaginémonos a ese gobierno satisfecho de que el rebaño siga apaciblemente sentado frente al televisor. Y ahora
imaginémosnos que el engendro televisivo hecho a imagen y semejanza del gobierno (que todo lo puede, que observa a diario a los concursantes, que los valora y los juzga, que invade,
reinvade su intimidad), ese hijo predilecto, se convierte en el mismo monstruo de
frankenstein, en el reflejo del espejo en otro espejo que deforma la imagen original hasta convertirla en un esperpento. Los ciudadanos se sienten por primera vez los controladores y no los controlados. Se dejan llevar por las emociones que les provocan sus
ratitas de laboratorio, se sienten satisfechos de poder influir en el futuro inmediato de los concursantes, deciden quien triunfa y quien se queda por el camino, juzgan moralmente
quién se merece ganar y quien no.
El gobierno pues, decide que se le está haciendo la competencia, quiénes se creen que son esos miles de ciudadanos para decidir lo que toda la vida a decidido el Gran Hermano. Y el Gran hermano cae en la cuenta de repente de lo mal que está espiar a los demás, lo poco ético que es ver la intimidad más lacrimógena de las personas. Nene, CACA, eso no se hace, eso no se dice, y sobre todo, eso no se decide. Lógicamente prohibe el programa,
y en su incoherencia existencial se le escapan sin querer conceptos coherentes que no se aplica a sí mismo. (
"Ha tenido sin duda una mala influencia social", añade el organismo, que discutirá ahora el castigo que impondrá a los responsables del programa, emitido por la televisión local de Chongqing." "
El Gobierno chino está embarcado en una campaña nacional contra la moda de los reality shows en el país, que según los responsables públicos fomentan la chabacanería y el mal gusto.")
Cuanta paradoja existencial en tan pocas líneas, y sobre todo cuantos Grandes Hermanos. Porque queridísimos aspronautas de la vida, lo de los chinos es sólo el último ejemplo, pero el Gran Hermano no es sólo el Gobierno Chino, el Gran Hermano está aquí en celtiberia, está en yankilandia, en Uzbekistan y hasta en el Bonillo, que ya es nación. En definitiva, como pasa con Rosendo y Antonio anglés: "El Gran Hermano somos todos".
Por cierto, creo recordar, para más inri y menos lógica, que el formato primogéneo de los reallity shows, se llamó también "Gran Hermano". ¡Qué curioso!, me imagino que ninguno de ustedes lo sabía, por eso adjunto este dato que muy poca gente conoce a modo de chascarrillo final.
CON ESTE INTENSO DOLOR DE CABEZA ME DESPIDO. Y RECORDAD AMIGOS:
EL GRAN HERMANO AÚN NOS VIGILA