jueves, agosto 30, 2007

Creando polémica. Otra vez

Tuvo la desgracia Francisco Umbral de morirse, que ya es bastante desgracia, y además tuvo el hombre la desgracia de morirse el mismo día en que se murió un futbolista de 22 años, que también es una desgracia, una desgracia para él, para su familia y para sus allegados, como son desgracias cualquier muerte de personas jóvenes. Cuando se muere una persona vieja se muere el pasado, todo lo que hizo y sus recuerdos, aunque en algunos casos nos queda el testimonio del muerto en cuestión, la obra de Umbral o el vídeo del programa de la Milá; cuando muere un joven se muere el futuro: todo lo que podría haber sido y ya nunca será, siempre es más monstruoso que se muera un hijo que que se muera un padre. Umbral lo sabía, el también perdió un hijo, y nunca se repuso, como no se repondrá la familia del joven futbolista, la madre que horrorizada contempla su impotencia desde el abismo de la desolación, su mujer, ya viuda que en su vientre contiene la única parte viva que queda de él. Todo son desgracias. Punto.
Sin embargo, no puede dejar de molestarme como se tratan estas cosas, y que prioridades de desconsuelo tenemos en este país, me imagino que como en muchos otros, pero claro, yo hablo de este que es en el que he vivido toda la vida y al que conozco mejor. Como estudioso de los medios de comunicación na hace falta que nadie me aclare esa regla de noticiabilidad que se basa en que una tragedia se valora según la siguiente regla matemática:
Importancia de la tragedia: La importancia del número de muertos es inversamente proporcional al número de kilómetros que hay entre el sitio en que se lee la noticia y el sitio en el que se ha producido la tragedia. Esto es: 1 sólo muerto a dos kilómetros de nuestra casa es más noticiable y tendrá por tanto mayor repercusión social que 2000 muertos en Sri Lanka. Si a esta regla le sumamos el factor de popularidad la cosa se viene a quedar en: A mayor conocimiento del personaje (o como podrán suponer, cuanta más pasta mueva el negocio del que forma parte el personaje en cuestión) mayor repercusión social.

En este caso la regla se ha manifestado una vez más en toda su magnitud. Muere un futbolista y su foto sale en portada de El País más grande que la de Francisco Umbral. Todas las publicaciones y programas deportivos o generalistas, o hasta del corazón copan su timeline con esa única información y de forma anecdótica mencionan otras informaciones de menor interés. Y por supuesto ahí estamos todos los borreguicos españoles hablando del pobre chaval, que por otra parte se tercia que todos nosotros hemos tenido el triste honor de ver casi fallecer en directo y luego en diferido hasta la saciedad, de impactarnos sabiendo cual ha sido el resultado fatal de ese momento de televisión que se repite una y otra vez y que ya nos sabemos de memoria.
Y ahora viene el tópico que ustedes pueden empezar desde ya a criticar, pero que no por tópico deja de ser verídico. Pasa, por poner sólo un triste ejemplo de los miles que hay y de los que nos podemos enterar con un simple vistazo de cualquier periódico, que ayer mismo murieron tres niños de 9, 10 y 12 años de la misma familia en el norte de la franja, alcanzados por un proyectil, de estos tres pobres desgraciados, ya muertos, también hay foto, por que la necrofilía informativa tiene especial cuidado de saber que fiambres se pueden enseñar en calientes y cuales no, como sabemos para todo hay clases, y hasta en el final, hay muertos de primera, de segunda y de tercera clase. Pocos muertos del 11-S vimos por la tele, claro, eso podría herir nuestra sensibilidad de blanquitos identificados con el primer mundo, pero a los negros que aparecen flotando en las playas de tarifa o alos tres niños masacrados ayer por una guerra injusta que perdura precisamente porque los ciudadanos occidentales pasamos totalmente de ella porque, sí amiguitos he aquí otro topicazo, estamos insensibilizados hasta la médula, ver niños palestinos muertos en el telediario es una cosa de todos los días, no llama la atención, es lo que hay, nadie llora por ellos, porque estamos muy ocupados en darnos cabezazos contra la parded en plan plañideras porque se ha muerto un chaval al que tampoco conocíamos pero que solía dar patadas a un balón. Y no hace falta irnos a los tristes tópicos del hambre y la guerra. Me viene a la mente, sólo por poner otro ejemplo que en este caso me pilla de cerca, el día en que 18 jóvenes, tanto o más que el futbolista, murieron por un triste accidente, por escape de gas, en Tolodella mientras celebraban un cumpleaños. Ahí la gente también lloró, y mucho, pero sólo los conocidos, no recuerdo yo que la gente a la que no le pilló de cerca saliera a la calle a concentrarse en frente del tanatorio a llorar por la gente a la que no conocían, o a solidarizarse con las familias, y eso que la televisión también se cebó a gusto con su programación necrófila. Esas personas también eran jóvenes, muy jóvenes, también tenían un futuro, toda la vida por delante, y tenían padres que ahora se han quedado muertos en vida. El calco de una tragedia pero en aquella ocasión multiplicada por 18.
Sé que ante estos fenómenos de masas no se puede hacer nada, que es lo normal, que el fútbol mueve masas como ninguna otra cosa lo hace en este país, pero lo veo injusto y, lo siento, me pone de muy mala hostia.

3 comentarios:

  1. Anónimo4:44 p. m.

    Ole Genius Milenius

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  2. Francisco Umbral cruzó la puerta y Antonio Puerta se quedó en el umbral.

    Si, tal y como creo, la gente que no conozco no existe y los han creado para entretenerme, el guionista de todo esto es el cantante de La Frontera.

    Escucha bien mi viejo amigo.

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  3. Culpa de los medios, siempre:

    - Estamos acostumbrados a los muertos palestinos, israelíes, irakianos. Muy acostumbrados. Vamos, si no hay muertos en un día cualquiera, podemos incluso llegar a preocuparnos o, cuanto menos, a extrañarnos.

    - Estamos en España, un espeso país en el cual la lectura es un bien denostado y a olvidar. Cuestión de estadísticas, para hacer un cálculo de la pena por fallecimiento: ¿Cuántos celtibéricos han leído al maestro y cuantos han disfrutado con un partido del futbolista? C'est logique que el dolor sea superior con un personaje que entrentenía fin de semana sí, fin de semana también en contraposición a un tipo raro que se pasaba el día escribiendo.

    - Citando al Capitán Marvel en manos de Peter David, lo que no se acaba de entender es que el dolor por una pérdida jóven sea superior a la de un adulto, cuando el segundo tenía toda una vida por detrás y, por tanto un valor añadido para aportar a la especie, cosa que no tiene el chaval de veintipocos, permutable por cualquier otro.

    Gran reflexión, maese genius

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