Esto me pasó a mi, de verdad… por Sir Walter Leroy

El otro día me encontraba en un bar con mis amigos. Habíamos bebido un poco y nos divertíamos jugando a escupirle en la boca a la camarera.

Puede que os parezca algo “malo” o incluso “desagradable”. A nosotros en principio nos parecía “divertido”, pero cuando más tarde apareció el novio de la camarera con un grupo de amigos albano-kosovares que venían de visita a ver Toledo y nos enseñaron la diferencia entre fusil, subfusil, y bolígrafo bic con granitos de arroz, comenzamos a reflexionar sobre nuestros actos, algunos lo hicieron llorando en el suelo mientras eran perforados por multitud de proyectiles y escupían sangre por todos los orificios.

Quizá nuestra forma de obrar fue incorrecta, pero la reacción fue desmesurada e inconmensurable.

Lo que esta claro es que aprendimos la lección, aunque tan solo yo sobreviví. El resto de mis amigos murieron. Durante el tiroteo pensé en la muerte durante un buen rato, luego pensé también en ir al baño y pedir otra cerveza, porque pese a estar en el centro del tiroteo de pie, con una gorra roja que me había puesto mi madre y con una camiseta que decía “Hijo de Puta pégame un tiro si tienes huevos” con una diana dibujada en colores vivos, no me rozó ni una bala.

Eso fue lo que paso. En un momento me quede sin amigos. Sus cuerpos estaban completamente destrozados y resultaba difícil distinguirlos. La gente del bar había salido huyendo y los albano-kosovares también se habían ido a ver Toledo.

Allí estaba yo con todos mis colegas destrozados sobre un enorme charco de sangre y vísceras cuando me di cuenta de lo tarde que era y de que tenía que comprar el pan si no quería que mi madre me regañara.

Y eso fue lo que pasó.

Más tarde me llamaron para declarar en un juicio pero no fui porque ahora que no tengo amigos me dedico exclusivamente a la Play Station 2 y a masturbarme.
FIN.