Duelo interaspronáutico por Max

Observo, con este maldito ojo con la mácula degenerada, que no sólo los aspronautas entregamos nuestro cariño a mascotas anormales. Aunque yo hace tiempo, cuando empecé mi vida errante para extender el mal por el mundo, dejé a Celedonio, mi chupacabras, al cuidado de mi hermana y ya no se encuentre entre nosotros por un desgraciado incidente, lo sigo echando en falta. El aspronado medio y el animal de compañía tradicional son seres de la misma calaña y es nuestra misión exterminarlos o bien hacerles la vida imposible. En esto estamos juntos puercos, aspronautas y demás entes malignos.

Lamento, y que no sirva como precedente esta muestra de debilidad, la muerte de Max, el compañero de George Clooney y me sumo al día de luto interaspronauta declarado por el Füher alemán, gorrino de Jabugo Babe. La verdad, es que Max, estabas hecho una pena. Eso sí, lo que no tiene perdón de Alá es que tú, George, te entregaras a la depravación, como crápula que eres, mientras Max agonizaba sufriendo una muerte lenta y dolorosa. Mientras acababas esa botella de limoncelo junto a ese otro aspronado, Max vomitaba sus vísceras con desacompasados movimientos de costilla de cerdo, gruñía y guarreaba, se revolcaba sobre los tropezones de gachas que tuve el gusto de preparale esa misma tarde hasta finalmente estirar el jamón.

Te respetaba por el trato que dabas a Max, pero ahora George, definitivamente, te voy a cortar los huevos.

Vuestro becario precario.